martes, 26 de mayo de 2009

Tranquila Wanda, Dogo te avisa

En la segunda fecha de la competición Gatorei logró su primera victoria al derrotar por 3 a 1 a Wandanara. Dogo en tres oportunidades infló las redes para dejar al Gato a sólo dos puntos de la cima de la divisional C y dotar de verosimilitud los sueños de ascenso. 





Algunos escépticos habían dejado de creer en él. Pensaban que tenía la pólvora babé, que sus grandes actuaciones ya eran, como beijo na boca, cosas del pasado. Una tarde, para alegría de la afición gatorense, Dogo Urroz volvió a despacharse con una performance extraordinaria, de esas que obligan a cualquier escriba a destacarlo en letra de molde. Gracias a sus conquistas, Gatorei sumó de a tres por primera vez en la competición, tiene cuatro sobre seis y se alista en el pelotón que intentará pelear por cosas grandes en el torneo.


La programación del match contra Wandanara en cancha 5 equivalía a promesa de buen juego. La llanura de la gramilla sintética era el escenario ideal para la versión 2009 del Gatorei, que, ruptura epistemológica mediante, hacía de su propuesta la de un fútbol bien jugado, con pelota a ras del piso y más de cinco pases seguidos.


El Gato llegaba a su segunda presentación con la obligación de ganar para no perder terreno en la lucha por el campeonato. Enfrente estaba un equipo con nombre de vedette, que venía de terminar en la zona baja de la tabla del anterior torneo y había comenzado el periplo 2009 con una caída. El panorama era promisorio, la plantilla casi completa (la renovada ausencia de Santi Rozas Garay no permitió lograr la asistencia perfecta) y el tiempo el ideal: solcito que garantizaba buen bronceado para la noche fuerte que seguiría al match. 


La vuelta de Tanque Guassardo a la zaga central le permitió al DT Folatti abandonar, en parte, la alineación heterodoxa del match presentación. Tarando, amante del fútbol y la cultura brasileña, volvía a lucir la casaca de Rogerio Ceni en la valla, custodiado por una línea defensiva que alistaba a JP Fernández por destra, Matías Pacce por sinistra, y al regresado Tanque y el mismísimo DT en la zaga central. Tato, que venía de ser figura, abandonaba la cueva para armar, con GAPO Rivero, el doble cinco con más facha de la competición, flanqueados por Chicho de la Serna y Agus Bourre, que amenazaban al canchero de Ciudad Universitaria con dejar sendos surcos por las bandas. Los arietes titulares, Ferni Huergo con sus botines faroleros y el olvidadizo Dogo Urroz.



Como un calco del partido jugado contra Defensores de Agronomía en la iniciación, Gatorei salió con actitud avasalladora a llevarse por delante a su rival. Y volvió a conseguirlo. No sería pecar de exagerado decir que en el primer tiempo los de blanco consiguieron que hubiera o hubiese un solo equipo en la cancha. 

Con decir que la historia arrancó favorable al Gato desde antes de que comenzara a rodar la pelota: Guassardo ganó por sorteo que fuera la escuadra rival la que reemplazara su casaca blanca con un juego auxiliar brindado por la organización, y no lavado en semanas, atendiendo al olor cáustico que desprenderían las casacas verdes. Fortuna haría girar la rueda para Gatorei durante toda la mañana.

Los dirigidos por Folatti presentaban una suerte de Línea Maginot, construida con Chicho-Tato-Nacho Rivero-Bourre, que imponía su intensidad para cortar cualquier intento de acercamiento rival y desde allí salir en busca del arco vedettista.  Dogo y Ferni se retrasaban unos metros para entrar en asociación constante con los medios, logrando sumar, mas nunca amontonar, a 6 jugadores ofensivos en 20 metros de juego. 

El sueño del equipo corto de Folatti se cristalizaba por fin, y el Gato era una usina inagotable de oportunidades de gol para todos los gustos. La más clara al inicio fue de Tato, con un remate de afuera del área que se fue haciéndole cosquillas al travesaño. El repertorio también incluía desbordes de Dogo y Bourre por izquierda, penetraciones de Ferni por el medio de la defensa rival y centros al área en busca de un cabezazo bien dirigido. Pero lo más punzante venía del botín derecho de Chicho, el de mayor despliegue, que tuvo sendas chances, por izquierda y derecha, con jugadas bien autofabricadas pero mal terminadas. Wandanara sólo lograba aproximarse al arco gatorense por imperfecciones propias, generalmente de Tarando, quien dudaba en demasía a la hora de salir, provocando dudas entre él y sus defensas. 

Cuando los minutos pasaban y el Gato seguía dominando el juego y las oportunidades de gol, pero crecía la ansiedad por la conquista que no llegaba, Chicho volvió a desbordar, y esta vez, en lugar de buscar el gol, cruzó un centro fuerte y rasante que fue desviado por Dogo para provocar el primer alarido de la mañana. Gato se ponía arriba en el marcado y el sueño comenzaba a tomar forma.

La supremacía en el marcador dotó de mayor confianza a los muchachos de Folatti, que seguían borrando de la cancha a Wandanara, generando chances de gol y jugadas de lujo, como la que regaló Guassardo al deshacerse de tres rivales contra la banda izquierda, en una corrida de cincuenta metros que provocó el estallido de la locura en la platea y el banco de relevos. 

Gatorei se iba al descanso arriba por la mínima, luego de cuarenta minutos en donde mereció mínimamente triplicar esa diferencia, contra un Wandanara que pasó momentos de zozobra en todo el PT durante el que mostró su peor cara.


Para el complemento, Folatti presentó un planteo arriesgado al reemplazar al 75% de la defensa y dejar sólo en cancha al Tanque Guassardo. Los hermanos FG ocuparían los laterales y Agus Bugna la zaga central. La cuarta modificación significaba la salida de Ferni por el ingreso del Fino Scheinkestel. 

La agregación de variantes, el calor que empezaba a hacer sentir el cansancio y un diferente planteo del rival, hicieron del ST la metamorfosis de un monólogo a un partido de fútbol. Gatorei se retrasó, en parte a causa del adelantamiento de Wandanara, y perdió el protagonismo del cotejo. Ahora se jugaba en terreno gatorense, Guassardo y Bugna se erigían en figuras importantes que despejaban los repetidos acercamientos rivales, y Tarando salvaba al Gatorei con tapadas providenciales, que dejarían en el olvido aquellos minutos de inseguridad del primer tiempo.

Las oportunidades gatorenses llegaban de contra. La primera la manejó Dogo desde la media cancha y prefirió terminarla solo antes que dársela a Scheinkestel o Pura FG; corolario: débil remate a las manos del arquero. Segundos más tarde, la epidemia de egoísmo se extendía: también de contra Scheinkestel capturó el balón en el área, giró sobre su eje y en vez de asistir a Dogo remató a puerta. El gato avisaba que la debilidad defensiva que hacía revolcar a Tarando para mantener la diferencia tenía su contracara. Y afortunadamente iba a volver a cristalizarse en la red. 

Perrito Urroz fue tumbado en el área y otra vez se hizo cargo de la pena máxima, esta vez con mejor suerte de la obtenida siete días atrás. El dos a cero parecía definir el partido, pero enseguida llegó el descuento wandanero, con un furibundo tiro libre que pasó por un hueco de la barrera. De ahí hasta el final fue todo sufrimiento. Los de verde no se acercaban con claridad a Tarando, pero sí con mucha gente y decisión, con más enjundia que claridad lograban generar peligro, hasta que a cinco del final volvió a aparecer Dogo para sellar la victoria, nuevamente tras una corrida de Chicho que lo dejó solo frente al cancerbero rival. 

El tercero de Dogo disipó la angustia contenida y disparó la celebración de sus compañeros, suplentes y aficionados, no por tenerlo en el Gran DT, sino por lo que significa el regreso a los desempeños más destacados del goleador del Gato.


Con el triunfo, Gatorei se pone a sólo dos de la punta, pero más importante que lo matemático, es que demostró que está para pelear en serio durante todo 2009. La anemia ofensiva de los amistosos y el primer partido oficial fue acallada con un hat-trick que ilusiona. Portador de su mensaje pseudo-evangélico que reza que “hay que creer”, Dogo creyó en sí mismo y pudo sacarse el ropaje de vieja mula para volver a ser un delantero temible. Cuando en la pretemporada la afición se encandilaba con nuevas luminarias, él supo avisar: no se olviden que Doguito es el goleador histórico del Gatorei. El que avisa, no traiciona, y el sábado volvió, para la alegría de todo el pueblo gatorense, salud. 

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