Gatorei sumó su tercera victoria consecutiva al superar por 2 a 0 a Junín y se afianza en la pelea por el campeonato. Dogo Urroz volvió a robarse los flashes del partido al convertir en sendas ocasiones en la cancha 7 de Ciudad. Seguí bajando y enterate de todos los pormenores gatorenses, con nuevo formato facilitador de lectura.
“Qué Aníbal no vuelva nunca más” bromeaba al terminar el partido un jugador del cual se mantendrá en reserva su identidad ya que salir a buscar un nuevo cancerbero esmerilaría las posibilidades gatorenses de vistas al campeonato. Ese tono risueño, que resalta las virtudes de Dogo Urroz ya no sólo como ariete gatorense sino ahora también como Director Técnico interino, podría confundir a algún trasnochado y hacer de esta, otra crónica que resalte las virtudes individuales de un jugador, tal vez el más destacado. Si bien en concreto el #14 volvió a convertir los goles del triunfo, glosar en ese hecho la extensión de estas palabras, que se proponen dar muestra de lo acontecido en el terreno de juego a lo largo de los ochenta minutos más esperados de la semana, sería injusto con el equipo en su totalidad. Y es que los doce guerreros que alistó Gatorei en la fría mañana del feriado tuvieron actuaciones sobresalientes, sin cada una de las cuales sería imposible explicar la tercera victoria en línea.
La retahíla de ausencias, precavidas o sorpresivas, obligó a quien le toca portar el cangurito con la sigla DTI (Director Técnico Interino) a improvisar cambios en la alineación titular. Con sólo doce presencias, la posibilidad de conjugar y alternar piezas resultaba bastante constreñida.
El Gato salió con la seguridad y algunas líneas de fiebre de Tati Tarando en la valla. JP Fernández retornaba a la titularidad por la banda derecha y Mati Pacce le correspondía por izquierda, Agus Fernández Bugna era designado primer central y Tato Huergo, la rueda de auxilio del Gato, ocupaba la zaga central que quedaba vacante por una nueva ausencia sin aviso de parte de Santi Rozas Garay. En el medio se paraban el púgil de la Serna por derecha, Mati FG y Agus Bourre por la zona céntrica y Ferni Huergo por la izquierda. Arriba para convertir se alistaban el Fili Scheinkestel y Alejandro “moneymaker” Urroz.
Los prolegómenos del match metían más miedo que ser sorprendido por Zulma Lovato a las 3 de la mañana en una oscura calle de Villa Urquiza. El faltazo de Tanque llevaba al sorteo inicial al Pura FG y su chiva finamente estilizada, quien en vez de optar por cara o ceca le decía al capitán rival que si él sentía que Junín debía arrancar el partido con posesión del balón, así lo hiciese. La estancia de Folatti en latitudes sureñas dejaba en acefalía la charla previa, que era capitalizada por el CEO de studiomediaweb para esbozar conceptos esclarecedores: “viejo, dejémonos de romper las pelotas y ganemos”. ¿Se venía el regreso de la camarilla Fernández Graziano?
Los primeros cuarenta
Gatorei entendía que necesitaba de la victoria para seguir prendido en la lucha grande y que enfrente había un equipo que, al menos otrora, sabía estar entre los mejores. Consciente de ello, salió con la determinación que lo viene caracterizando en toda la temporada 2009. Junín, el equipo más retro de la divisional, con varios players que ya peinan canas proponía un juego fuerte que tornaba friccionado en exceso al partido. Durante los primeros minutos del match los arcos sobraban. Los intentos de ambas escuadras se truncaban en la entrada a las áreas. Ante esta evidencia, el Gato empezaba a probar de afuera con Ferni, pero sus tiros no eran un dechado de puntería y con un zurdazo de Erni, que tras un rebote terminaba en tiro de esquina. Junín hacía lo propio, y casi logra convertir a la salida de un córner con un disparo bombeado, pero la pelota, bien controlada por Tarando, se fue rozando el travesaño.
Con el correr de los minutos los engranajes gatorenses se fueron aceitando y la solvencia rival comenzaba a mostrar grietas. De un saco de arco a favor y tras una doble peinada de Bourre en primera instancia y luego de Scheinkestel, Dogo entró solo al área, e hizo su gracia tocando sobre la humanidad del arquero que alcanzó a desviar el peligro. El mismo Scheinkestel, en su mejor partido con la casaca gatorense, se iba sólo al gol con todo el tiempo para pensar cómo definir, pero el diminuto colegiado le anulaba el avance por inexistente posición adelantada. A pesar de que no atacaba con tanta gente (los laterales quedaban contenidos ante la propuesta juninense de dejar tres delanteros para cada avance del Gato y Mati FG se ocupaba casi en su totalidad de relevar a Bourre) Gatorei avisaba y jugaba mejor.
A los treinta y tras una providencial recuperación en zona defensiva, Chicho de la Serna trasladó el balón hasta campo rival, dejando en el camino un par de casacas verdes, extendió para su compinche Ferni Huergo, quien alargó para Dogo que, entrando por el flanco izquierdo del área, burló la estirada del cancerbero para decretar la apertura del marcador. El banco de relevos y el reportero gráfico, únicos asistentes al match, se fundían en un abrazo.
Ferni, cansado tras una media hora de un enorme despliegue, pasaba a jugar como ariete con el Fino, y el goleador del Gato dejaba su puesto de vanguardia. Los de blanco mantenían su superioridad pero sin poder generar oportunidades de incrementarla y así se iban a las regaderas.
El complemento
Tras veinte minutos de entretiempo, que sacarían canas verdes a una serie de comentaristas deportivos, en este caso causados por la lejanía de la cancha siete de Ciudad con respecto a la provisión acuífera más cercana, el Gato volvía al césped y Urroz proponía no unos sorrentinos sino un cambio a la Caruso: el Pura FG saltaba al terreno por la mediacancha zurda en lugar de Ferni. La variante resultaría un éxito, ya que profundizaría el desgarramiento psicológico del rival que veía que el equipo que lo había superado con holgura en la primera parte se había guardado al Diez en la banca, y además le daba descanso a Ferni para aprovecharlo al máximo en los últimos minutos, cansancio rival mediante.
De la misma forma que el Gato había arrancado el partido con la determinación característica de toda la T09, el complemento lo inició sumido en una modorra que, sumada a la mayor enjundia rival en busca del empate, produjo algunos momentos aislados de zozobra. Tras unos pocos minutos de desconcierto y luego de ajustar algunas tuercas, especialmente en el mediocampo, los de blanco recuperaron el dominio del cotejo y empezaron a desplegar el mejor fútbol del campeonato.
En el PT y con Ferni parado de volante por izquierda siendo el iniciador de cada avance gatorense, la propuesta blanca quedaba limitada a esa banda, ya que se juntaba con Dogo y Bourre, y Chicho, impaciente porque no le llegaba la pelota, se cerraba, en lo que resultaba un amontonamiento de todas las casacas blancas ofensivas en pocos metros.
Reemplazado el Huergo menor, la oferta de ataque gatorense quedaba en los pies de Chicho, que ya no se corría de sector y lograba explotar al máximo la franja izquierda de la defensa rival, la más endeble de las dos, y en donde el de la piña prohibida mejor rinde. De su bota derecha, núcleo de cada ataque gatorense, comenzó a nacer un sinfín de oportunidades de gol. Bourre se soltaba más en relación a la primera mitad mientras Mati FG le custodiaba las espaldas.
El Gato empezaba a crecer y ahondar la ventaja sobre el rival, de la mano del ritmo impuesto por Chicho. Éste se unió con Erni y JP para hilvanar la mejor jugada colectiva del partido, que incluyó una sucesión de toques de primera que llevó la pelota desde el área propia hasta el desborde franco de Erni que descargó para Chicho cuyo remate se fue cerca del palo. Éste, cuando no conectaba con sus compañeros, agarraba la pelota en mediacancha y avanzaba hasta entrar al área y rematar a puerta. Así tuvo una muy clara que se fue rozando el palo, luego de perderse un gol increíble solo frente al arco, tras pelear una pelota que todos creían sería capturada por el portero verde.
Dándole continuidad a otro patrón de la temporada, Gatorei generaba y despilfarraba muchas situaciones de gol, y si bien controlaba a su rival, no conseguía definir el cotejo. A la mitad del complemento el Gato proponía un cambio de nombres y el Fino le dejaba su puesto de delantero a Ferni, que se recostaba por derecha para jugar junto a Chicho y enloquecer a sus rivales.
A los veinticinco, luego de no poder controlar un pase en profundidad de Chicho, JP presionó al defensa rival quien rechazó forzado, dejándole una pelota complicada a su compañero. Ante la presión bielsística impuesta por el Gato, el defensa intentó un pase al medio que quedó corto y Dogo aprovechó para, de zurda y de primera, poner el dos a cero, llegar a siete en la competición y llevar tranquilidad a sus dirigidos.
Los últimos quince minutos de juego sólo sirvieron para que Gatorei continuara floreándose. Sin solución de continuidad se sucedían una y otra situaciones de peligro. Junín no tenía fútbol para proponer y era un mar de nervios, comandado por un geronte que tras ser golpeado fortuitamente por una acción de juego ardía en maldiciones, provocando que se fuera reemplazando, no gritando Cruz Diablo! sino “te voy a matar”, a Bourre que lo miraba con una dosis de compasión y otra de vergüenza ajena. Los de verde estaban ya totalmente liquidados, contaban los minutos para la finalización del match, del que se fueron sin poder corroborar la calidad de Tarando, comentada por los vestuarios de Ciudad Universitaria.
Comandado por Folatti a la distancia, con Dogo en el interinato y en las redes, el juego del tryo Bourre-Chicho-Ferni y la sostenida solvencia defensiva, sobre todo de la cabeza de Tato, Gatorei estiró a tres su seguidilla de victorias. Volvió a mantener el arco en cero por segunda vez en el torneo y a regalar el mejor desempeño colectivo de la competición, cimentado en un férreo orden colectivo y una conmovedora solidaridad que dejó exhaustos a los doce gatorenses.
Así, y de la mano de los triunfos, la mística gatorense sigue en crecimiento, la ilusión de campeonato va adquiriendo verosimilitud, a la falsa modestia no se la ve ni en diez kilómetros a la redonda y el autobombo es, para cada jugador de Gatorei, la ropa marca Red Nails in Pain obligada a usar.
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Vamoooooooooooooooo Gato.
ResponderEliminarSeguí bailando Junin.
Tremendo relato, muy buenos comentarios.. es como estar jugando de nuevo en cancha 7 mientras lees, solo que no te agitas..
ResponderEliminarQue la magia no se acabe hasta la fecha 18º !
Abrazo a todos los gatitos!
Chicos, realmente un espectaculo la pagina, el relato y por sobre todo las fotos.
ResponderEliminarAbrazo
De buenos aires a junin....
Ani, te queres MATAR! allá nevó y acá fue la fiesta..
ResponderEliminartremendo!... fui figura! jajaja... ya le mostré a mi viejo y mi hermano la pagina y se cagaron de risa
ResponderEliminarincreible el relato, tremendas las ganas que pusimos en el partido todos
hay qeu seguir asi
quiero jugar ya!!!
abrazo de gol
q bueno esta el tato!!! :D jajajaja
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