El regreso al fútbol del Gatorei no se pareció en nada a lo que se esperaba de él. En su peor performance de la temporada, perdió el invicto al caer 1x2 contra Tarea Fina, pero pudo ser empate a pesar del descontrol mostrado en los 80 minutos.
Como en un perverso juego de espejos (no del siempre bien ponderado “espejito”), toda las veleidades demostradas en las anteriores presentaciones se metamorfosearon en sus antípodas. Así, el Gato no fue más que un conjunto de voluntades disgregadas gobernadas por el desconcierto y el descontrol
Cuando de fútbol se trata no hay muchos misterios, pero tampoco verdades absolutas. ¿Por qué perdió Gatorei? De las muchas respuestas posibles, la que no parece dejar cabos sueltos es la que intenta ubicar la causa de la derrota en la inoportuna conjunción de actuaciones individuales por debajo del nivel acostumbrado y un desorden colectivo que parecía haberse abandonado.
Hay determinados equipos en los que la presencia de un solo hombre dentro de la cancha encolumna al resto hacia un objetivo común, ese tipo de liderazgo nunca existió en los años que el Gatorei lleva de vida. Si Weber (Max, no Javier) hubiera utilizado al Gato de objeto de estudio, probablemente no tendría el lugar destacado que hoy goza en cuanto rincón del CBC lo cobije. ¿En qué descansa entonces la unidad gatorense? Ni más ni menos que en su orden interno. Cuando ese orden no se hace presente, cuando las líneas se encuentran separadas por varios metros, cuando parece que cada uno tiene una casaca distinta y no se conectan dos pases seguidos, el Gato se desinfla. Y para colmo, apenas recibe un golpe, se pincha definitivamente y entra en el caos y la anarquía.
Algo de esto es lo que se vivió el sábado en el encuentro contra Tarea Fina, un equipo que, tanto a priori como por lo demostrado en el propio partido, no merecía ser considerado un escollo de consideración. Pero los partidos deben ser afrontados, todos, con la misma seriedad. Podría llegar a ser injusto con Tarea, pero se acercaría bastante a la realidad si se indica que el partido lo perdió Gatorei más de lo que lo ganó el rival.
Desde el principio, la propuesta del Gato comenzó a mostrar sus diferencias con lo practicado en los juegos anteriores. El juego hilvanado no cantaba presente en la alfombra universitaria, tal vez debido al retroceso físico producto del receso, a cierta falta de confianza, a que se trataba del día en que metafísicamente ninguna iba a salir bien o a una conjunción de todas las opciones anteriores.
Ante la incipiente y ostensible inseguridad en el juego, los gatorenses en vez de buscar mayor confianza a partir de la tenencia del balón, la lateralización y el aplomo, buscaban con exceso de vértigo la llegada al arco rival. Así, las jugadas que no eran desactivadas por Tarea Fina no duraban más de 5 segundos, y cobraban forma de pelotazos a la dupla delantera (Alez Urroz y Ferni Huergo), que sólo terminaba siendo acompañada por algún volante externo (Bourre por izquierda, o Chicho de la Serna por destra). Una muestra de este vértigo es que ni Pacce ni JP Fernández lograron sumarse al ataque desde los laterales, ni Nacho Rivero lo hacía desde la mediacancha, y sólo en una oportunidad Tato Huergo, el doble 5 más adelantado, logró llegar a posición ofensiva. De esta forma, el rival se agrandaba y comenzaba a convertirse en un frontón que devolvía cuanto pelotazo iba dirigido hacia su posición.
Tarea Fina, fortalecido por el Gato, llegó al gol luego de un tiro libre contenido a medias por Tati Tarando, que dejó un rebote corto en su área chica para ser luego canjeado por gol. Una falta concedida innecesariamente, un error desacostumbrado y una posterior falta de atención (tres rivales llegaban a capturar el rebote sin que ningún gatorense se hiciera presente en la zona) ponían en desventaja a los de blanco. Ese tanto fue el pasaporte al descontrol y a la maximización del vértigo. Se volvió un patrón del match ver a Tanque (tal vez el punto más alto de la mañana sabatina, junto a Bourre y Ferni) intentar arrojos personales en zonas ofensivas, desacomodando toda la estructura de juego, o caer en reacciones violentas, como la de Agusting Fernández Bugna, ya en el complemento, que terminó viendo la cartulina colorada por una patada descalificadora a un rival que le había entrado en mala forma.
Aún en medio del descontrol Gatorei pudo hacerse del empate, a través de un remate de afuera del área de Ferni que se estrelló en el travesaño, o, apenas comenzado el segundo tiempo, cuando Dogo Urroz, de paseo por la quermese del área ajena, compró dos tiros por un peso, pero su penal fue atajado y el rebote desviado. Pasar de imaginarse corriendo a buscar el balón adentro del arco para dar vuelta el partido, a volver trotando cabizbajo a esperar el saque de arco fue un golpe muy duro del que poder recuperarse.
La efímera remontada que había conducido al penal regalado por el colegiado (en compensación por una reclamada falta a Tarando en la apertura del marcador) se diluyó luego del golpe asestado por los hados y la impericia canina.
Sin que medien otras opciones de empate, Tarea ensanchó la diferencia en una jugada que no es menester describir, y podría haber puesto cifras definitivas de no ser por sus fallas en los últimos trazos de sus distintos ataques.
Ya con diez, Gatorei logró descontar gracias a Nacho Rivero, que conectó a centímetros de la portería un preciso centro teledirigido por Folatti. Sobre el final, pudo haberlo empatado, cuando Ferni, recientemente reingresado, en cambio fraternal, entrando al área remató apenas desviado.
El empate en nada hubiera cambiado la sustancia de esta crónica, seguramente se hablaría de “épica”, pero tampoco cambiaría el ánimo de los chamos de blanco. Ni eran los mejores después de apilar cuatro victorias en cinco juegos, ni son los peores tras perder con un rival netamente inferior. En torneos largos como este, debe primar la templanza, la serenidad. Si antes de comenzar a rodar el torneo, el plantel gatorense, guiado por las mellizas griegas, se dirigía al oráculo de Delfos a consultar por la posición que ocuparía el equipo concluido el primer tercio del torneo y recibía de respuesta que integraría el pelotón de los cuatro primeros, hubieran subido a las corridas, de felicidad, el monte Parnaso. Por ello, no queda más que intentar recuperar la fórmula olvidada para aplicarla en la nueva presentación contra…el rival no importa, lo que importa es el Gato.
Lo bueno de CAER es que te podes levantar, lo malo de tener que hacerlo es que si no le pones GANAS y PELOTUDEAS como el otro día, volves a caer. Asi que GATITOS a olvidarse de TODO lo malo, no repetir mas los errores, tomar confianza y a COGERSE a Junin (perdón era DEPORTIVO REJUNTE)
ResponderEliminarDale Gato, daleeeeeeeeeeeeeeeeee moveteeeeee que estamos a 3 pasitos del objetivo.
ResponderEliminarCAMPEONES.
Tato, raíces.
moveeeeeteee gatoooo moveeeeeteeeeeeee, moveteeee dejaa de jodeerrrr... que esta hinchadaaa estaaa locaaaaaaaaaa....el lunes no podemo perderrrrrrrrrrrrrrrrrr
ResponderEliminarMUCHO HUEVO GATOOOO
tato 2do